domingo, 29 de noviembre de 2015

La Celestina

      La Celestina, anteriormente conocida por el nombre de tragicomedia de Calisto y Melibea, es una obra del siglo XV escrita por el dramaturgo español Fernando de Rojas (a excepción del primer acto, que el nombrado afirma no ser su autor y del que se desconoce su procedencia).

     El cambio de nombre de esta obra teatral la cual no se puede representar, es generalmente por poner a la celestina como personaje principal de la obra, su papel no solo consiste en favorecer el amor entre Calisto y Melibea  sino que une toda la historia. Este libro ambientado en la edad media tiene personajes de distintas clases sociales los cuales están unidos entre sí por lazos de trabajo básicamente; la celestina, por sus numerosos trabajos entre ellos el de alcahueta, prostituta,  hechicera, maestra en recomponer  virgos… podemos deducir que es de una clase bastante baja, pero aun así es la única en toda la obra que cambia de registro  culto-de calle dependiendo de su interlocutor, se puede afirmar mediante esto que tiene una gran capacidad dialogadora y por lo tanto es capaz de convencer a cualquiera y hacerle caer en sus artimañas. Esta, sin embargo, tiene un papel corto (eso no significa que sea poco importante) en la obra, que es asesinada por Pármeno y Sempronio  al no recibir recompensa por  su “colaboración” al engaño hacia la pareja.

     Esta obra tiene un dato curioso que es que todos aquellos personajes que durante la historia pecan, al final acaban muriendo; Calisto muere por accidente por su afán de lujuria, Celestina es asesinada por bruja y embustera y Melibea se suicida al enterarse que Calisto muere y por lo tanto queda deshonrada al no casarse con él, habiéndose llevado por su locura carnal.

     Este libro por su alto contenido en temática carnal, llevada al pecado fue muy perseguida por la inquisición y durante muchos años considerado un libro tabú. Fue toda una revolución para la literatura de la época, la cual causo mucha discusión entre el clero y los nobles por su temática, ya que para algunos se consideraba impropia, para otros era un buen ejemplo mediante su moraleja de las muertes de la importancia de no pecar y las consecuencias desafortunadas de este.


     Es un libro bueno para leer cualquier clase social, ya que juega un poco con el vocabulario y tiene una gran cantidad de tipología de léxico. Representa muy bien el ambiente e ideologías de la época y sirve como inspiración hacia la innovación de temática, viendo el gran éxito que este ha tenido, cambiando totalmente la temática de la época.

domingo, 15 de noviembre de 2015

Carta de una desconocida

     R tras leer esto y darse cuenta de todo lo perdido, como guiado por la luz de su culpa, salió a la fría y oscura calle encapotada por negras nubes en dirección a la tumba de la chica que de verdad le quería. Durante el camino notaba que el frío atravesaba su alma, como si en su interior faltara algo, las nubes se hacían más oscuras a cada paso que daba, pero a él lo único que le importaba era el sentimiento vacío que había en su pecho, el desaliento que le hacía bajar la cabeza y mirar sus negros zapatos.

     Llegó al cementerio, se paró en la puerta, esta se abrió empujada por el viento y sintió que algo le llamaba hacia el interior de el mismo, una llamada familiar pero sin rostro. Entro con miedo, arrepentimiento y vergüenza buscando una tumba desconocida, pero que por alguna extraña razón sabía donde se encontraba.

     En una extensa llanura de piedras de corazones perdidos se dirigió a aquella que todavía emanaba luz, al menos para él.

     Se acercó a paso lento y sin fuerzas, a medida que se acercaba el viento se hacía más fuerte, hasta que llego, llego a aquella tumba donde reconocía el nombre de un verdadero amor ahora perdido para siempre.

     Se quedó ahí de pie durante un largo tiempo, sin perder de vista la lápida, sin decir nada, solo sintiendo el frío y el viento en su rostro.

     Su cabeza daba vueltas y vueltas, pero él no se inmutaba, la tormenta amenazaba, truenos sonaban en las cercanías, y allí donde solo su figura se alzaba comenzó a llover, una gota, otra gota, y tormenta, lo mismo pasaba en su cabeza, cada pensamiento una gota, y gota tras gota, pensamiento tras pensamiento, se creó tormenta en él, lloviendo pesares y miedos.


     Su propia tormenta le hizo caer de rodillas, y llorando pedía perdón, perdón por dudar, perdón por hablar en falso, perdón por no sentir. Las gotas de lluvia y el frío se confundían con sus lágrimas y su piel, sintiendo una total, fría y oscura soledad, pero en ese mundano frío sintió un calor que no era de este mundo, un calor hogareño, agradable y conocido, lo sintió a sus espaldas pero no quiso darse la vuelta, tras esto, sintió una leve presión en su hombro, una presión de amor, él puso su mano en su hombro, pero el calor se fue, ahora lo entendía, el amor no se pierde nunca si de verdad existe.